Entre junio y agosto, se llevaron a cabo en todo el mundo celebraciones del Orgullo en un contexto signado por la reacción antiderechos. La reacción conservadora, sin embargo, no ha hecho más que alentar al activismo LGBTQI+ a redoblar sus esfuerzos. Frente a la tentativa de negar a las personas LGBTQI+ el derecho a existir públicamente, éstas han respondido desafiantes, reafirmando su visibilidad. Este año, las movilizaciones del Orgullo celebraron victorias arduamente conseguidas, exhibieron unidad y determinación para resistir ante la regresión, y expresaron solidaridad con quienes, en entornos más restrictivos, no pudieron movilizarse. Por debajo de la brillantina, el Orgullo mantuvo su naturaleza combativa.

Cincuenta y seis años después del levantamiento que marcó el inicio del movimiento moderno por los derechos de las personas LGBTQI+, el género y la sexualidad siguen siendo temas intensamente controvertidos. Es por eso que este año, aún cuando se desarrollaron en un ambiente festivo, los eventos del Orgullo fueron actos de rebeldía. Allí donde encontraron un entorno seguro, manifestaron su solidaridad para con quienes no pudieron hacerse visibles sin correr enormes riesgos.

Avances y retrocesos

El movimiento mundial por los derechos LGBTQI+ ha logrado transformaciones profundas en actitudes, leyes e instituciones, y lo ha hecho a un ritmo asombroso. Entre la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, una gran cantidad de países despenalizó las relaciones entre personas del mismo sexo. La ola comenzó en Europa y América, y luego se extendió a otras regiones del mundo. Alcanzó su punto álgido en la década de 1990 y ha seguido avanzando más lentamente desde entonces.

A principios de este año, Dominica y Namibia se unieron a la lista de países que han despenalizado las relaciones entre personas del mismo sexo. Sin embargo, más de 60 países y territorios, en su mayoría en África, seguidos por Asia y Medio Oriente, aún penalizan las relaciones sexuales consentidas entre personas del mismo sexo, y particularmente entre hombres.

Tras la despenalización vino el reconocimiento de otros derechos, incluido el matrimonio igualitario, que ya es legal en 37 países; este año, Grecia y Tailandia se han sumado a la lista. Los avances han sido muy rápidos: el primer país en reconocer el matrimonio igualitario fue los Países Bajos, en 2001, por lo que todo este progreso se produjo en menos de un cuarto de siglo.

Sin embargo, estos avances se han topado con una fuerte reacción antiderechos. Aunque el activismo continúa logrando victorias, las fuertes tendencias regresivas amenazan con eclipsar los logros y están empeorando considerablemente la situación de las personas LGBTQI+ en muchos países, especialmente en el África subsahariana y en partes de Europa y los Estados Unidos.

Pero lejos de dejarse amedrentar por la reacción antiderechos, el activismo está redoblando sus esfuerzos a través de acciones legales, campañas públicas y acciones de apoyo mutuo, solidaridad y protesta. Frente a la tentativa de negar a las personas LGBTQI+ su derecho a existir en público, los movimientos LGBTQI+ están respondiendo mediante desafiantes puestas en escena de su presencia, especialmente durante la temporada alta del Orgullo, cuando la gente sale a las calles de ciudades de todo el mundo para hacerse eco del acto de rebeldía con el que todo comenzó.

Los orígenes del Orgullo

Todo comenzó el 28 de junio de 1969, cuando la policía allanó el Stonewall Inn, en el Greenwich Village de Nueva York. Cansadas del sistemático acoso homofóbico, las personas LGBTQI+ decidieron contraatacar, transformando lo que se suponía que sería una redada de rutina en un levantamiento de varios días que dio origen al actual movimiento por los derechos LGBTQI+.

La primera marcha del Orgullo tuvo lugar el 28 de junio de 1970, en conmemoración del aniversario del levantamiento. Desde entonces, junio ha sido reconocido internacionalmente como el Mes del Orgullo, y cada vez han sido más las personas que en todo el mundo se han sumado cada año a este híbrido de celebración y resistencia.

Hoy en día, la temporada del Orgullo se extiende de junio a agosto, es decir, durante el verano del hemisferio norte. Sin embargo, algunos países, como Japón, celebran su Orgullo en abril, algunos países de Europa y Sudamérica lo hacen en septiembre, y algunos otros en el hemisferio sur lo hacen en el más cálido mes de noviembre.

Orgullo y resistencia en las Américas

En Estados Unidos, el Mes del Orgullo coincidió con la ratificación en Florida de una ley que prohíbe el “adoctrinamiento” de género en las escuelas y con la confirmación de la Corte Suprema de Texas de la prohibición de las cirugías de afirmación de género para menores. Entretanto, varios estados más libraban batallas judiciales en torno de la atención de la salud de las personas trans.

Mientras grandes multitudes salían a las calles en defensa de sus derechos, la seguridad fue una preocupación clave, como lo ha sido desde 2016, cuando un ataque contra un club nocturno gay en Orlando dejó 49 muertos. Antes de las celebraciones del Orgullo de este año, las autoridades estadounidenses advirtieron sobre posibles atentados terroristas y renovaron su alerta de seguridad para los ciudadanos estadounidenses en el extranjero.

Aun así, unas 25.000 personas marcharon y más de dos millones de espectadores celebraron el Mes del Orgullo en Nueva York el 29 de junio, bajo el lema “Reflexión.Empoderamiento.Unidad”. Hubo un momento de violencia cuando un grupo de manifestantes pro-palestinos bloqueó la calle e interrumpió el desfile, lo que resultó en la detención de 22 personas. También se celebraron grandes marchas del Orgullo en otras ciudades importantes de Estados Unidos, como Chicago, Los Ángeles y San Francisco, mientras que otras ciudades lo harán más adelante. Tal es el caso de Atlanta, que lo hará el 11 de octubre, cuando se celebra el “Día nacional para salir del armario”.

En el Caribe, Guyana y Jamaica llevaron a cabo modestos actos del Orgullo, en contextos en que persisten leyes criminalizadoras de la era colonial. Antigua y Barbuda, Barbados y San Cristóbal y Nieves descriminalizaron las relaciones homosexuales en 2022, y más recientemente lo hizo Dominica, pero Guyana y Jamaica se cuentan entre los cinco países del Caribe anglófono que aún penalizan las relaciones entre personas del mismo sexo.

El Orgullo se celebró en toda América Latina, a menudo en varias ciudades de cada país. De Chile a México, las personas LGBTQI+ se movilizaron a finales de junio en un espíritu de celebración y desafío. A pesar de que varios países de la región reconocen el matrimonio igualitario y los derechos de las personas trans, la discriminación y la violencia contra las personas LGBTQI+ siguen siendo una realidad cotidiana. En Brasil, por ejemplo, 230 personas LGBTQI+ fueron asesinadas en 2023, y aunque no se cuenta con cifras confiables para México, se estima que son igualmente alarmantes.

En Argentina, donde el Orgullo se celebra en noviembre, igualmente se llevó a cabo en junio la Novena Marcha Plurinacional y Antirracista Basta de Travesticidios, Transfemicidios y Transhomicidios en Buenos Aires, la capital. Uruguay, cuya “Marcha de la Diversidad” se celebra anualmente en septiembre, también tuvo a fines de junio una marcha contra el odio que cada año les cuesta la vida a numerosas personas trans.

En Centroamérica, las celebraciones del Orgullo se enfocaron especialmente en la reacción antiderechos, dirigida en particular contra las personas trans. Hubo movilizaciones en Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Panamá. Las calles permanecieron desiertas sólo en Nicaragua, asediada por una dictadura que ha desmantelado la sociedad civil e intimidado a su gente. Una vez más, la diáspora nicaragüense marchó junto al activismo costarricense en San José, la capital del vecino país.

No todas las marchas transcurrieron pacíficamente. En Ciudad de Guatemala, las personas LGBTQI+ marcharon desafiando tentativas judiciales de prohibir la manifestación y una orden de la Corte de Constitucionalidad que instruía a la Policía Nacional Civil a garantizar que la marcha respetara las “buenas costumbres”. En Chile, un grupo de al menos cinco encapuchados agredió físicamente a los manifestantes del Orgullo en la capital, Santiago. Algo similar ya había ocurrido en 2023.

El 2 de junio, San Pablo, Brasil, fue el epicentro del mayor festival del Orgullo del mundo, del que participaron más de tres millones de personas. Unas semanas más tarde, otro millón de personas marchó en la 46ª edición del Orgullo de Ciudad de México. También hubo desfiles del Orgullo en toda la región andina: Bolivia, Ecuador, Colombia y Perú. En este último, las movilizaciones estuvieron marcadas por consignas como “Nada que curar” y “La diversidad no es una enfermedad”, en referencia a una reciente iniciativa, retirada en respuesta a las fuertes críticas, que catalogaba a algunas identidades de género, incluida la transexualidad, como enfermedades mentales.

En Venezuela, un país que pronto celebraría unas elecciones que podrían determinar su destino democrático, el Orgullo brindó una excelente oportunidad para presentar demandas políticamente irreprochables de respeto de los derechos humanos.

Europa: entre el orgullo y el prejuicio

Con el trasfondo del aumento de la influencia de las fuerzas de extrema derecha, las personas LGBTQI+ y sus aliados salieron en defensa de sus derechos a las calles de las principales ciudades europeas. En la capital española, Madrid, un millón de personas se manifestaron bajo el lema “Educación, Derechos y Paz: Orgullo que transforma”. Berlín, Alemania, se unió a la causa con la consigna “Juntos, fuertes: por la democracia y la diversidad”.

Algunos tuvieron motivos de celebración: Alemania, por ejemplo, recientemente aprobó una ley que permite a las personas transgénero cambiar sus datos para que el género registrado refleje su identidad; en Grecia, por su parte, el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal desde febrero. Sin embargo, al igual que en América Latina, los avances legales no necesariamente supusieron mayor seguridad, particularmente para las personas trans, como lo evidenció la continuidad de los ataques.

El mensaje del EuroPride de este año, celebrado en Salónica, así como de la marcha del Orgullo de Atenas, fue “Preservar, progresar, prosperar”. Pero sólo la fuerte presencia policial y una cantidad de detenciones de contramanifestantes logró contener la violencia antiderechos. Algo parecido ocurrió en la ciudad alemana de Leipzig.

En varios países de Europa Central y Oriental, el Orgullo resurgió con fuerza. En la capital polaca, Varsovia, unas 20.000 personas participaron en la marcha; entre ellas se contaron, por primera vez, dos miembros del gobierno. Tras ocho años de gobierno del partido de derecha Ley y Justicia, que lideró una insistente campaña contra la llamada “ideología LGBT”, un gobierno de coalición que incluye a partidos progresistas asumió el poder en 2023. El Orgullo de este año adoptó el lema “Ha llegado la hora de la igualdad”. Sus organizadores presentaron 12 reivindicaciones, que incluyeron el fortalecimiento de las protecciones legales contra la incitación al odio y los crímenes de odio, además de la introducción de la igualdad matrimonial plena. Poco antes, ILGA-Europa había clasificado a Polonia, por quinto año consecutivo, como el peor país de la Unión Europea (UE) para las personas LGBTQI+.

En Budapest, la capital de Hungría, miles de personas protestaron contra las políticas anti-LGBTQI+ del primer ministro Viktor Orbán. Pero, por primera vez en muchos años, abrigaron la esperanza de que los vientos políticos cambiarían pronto. Y en la cercana Bucarest, la capital de Rumania, 27.000 personas participaron en el mayor acto del Orgullo en la historia del país bajo el lema “Estamos preparados”. Se trató de una respuesta directa a la reciente afirmación del primer ministro de que el país no estaba listo para reconocer más derechos a las parejas de personas del mismo sexo.

Rumania sigue siendo uno de los países más restrictivos de la UE en materia de derechos LGBTQI+. Una encuesta realizada en 2021 reveló que sólo el 43% de los rumanos apoyaba el matrimonio entre personas del mismo sexo. En 2022, el Senado aprobó varias leyes que prohibían la “propaganda gay” en las escuelas y el debate sobre homosexualidad e identidad de género en espacios públicos. En 2023, el Estado rechazó una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que concluyó que al negarse a reconocer legalmente las uniones entre personas del mismo sexo estaba violando sus derechos. La resistencia al cambio proviene de la Iglesia Ortodoxa, a la cual pertenece más del 85% de la población rumana. Ello se reflejó en una contramanifestación, la “Marcha de la Normalidad”, que se llevó a cabo el mismo día del Orgullo.

En Bulgaria, otro miembro de la UE que sigue negando sus derechos a las personas LGBTQI+ a pesar de las sentencias del Tribunal Europeo, la 17ª marcha del Orgullo de Sofía se celebró bajo los lemas “Amemos un poco más” y “Bulgaria también es nuestro hogar”. Ese mismo día, más de 10.000 personas participaron en la “Marcha por la familia” organizada por grupos de extrema derecha.

Varias marchas del Orgullo tuvieron lugar en otras partes de los Balcanes, incluido Sarajevo, donde se celebró la quinta Marcha del Orgullo de Bosnia y Herzegovina. Enfocada en la violencia contra las personas LGBTQI+, la marcha tuvo el lema “Yo amo: no hay miedo cuando hay libertad”. Skopje, la capital de Macedonia del Norte, celebró su Orgullo bajo el lema “Espectacularmente desobedientes”. Pero ese mismo día, en Bitola, la tercera ciudad más grande del país, tuvo lugar una pequeña contraprotesta, autoidentificada como el tercer “verdadero desfile del orgullo”. Sus participantes, identificados como miembros de la Iglesia Ortodoxa de Macedonia, marcharon portando imágenes de Jesucristo y afirmando defender los derechos de los niños y las familias.

Mientras que el Orgullo fue ampliamente celebrado en numerosas ciudades de toda Europa, no fue el caso de Rusia, que lleva mucho tiempo prohibiendo las marchas del Orgullo y criminalizando la denominada “propaganda gay”. En 2023, la Corte Suprema de Rusia catalogó al “movimiento internacional LGBT” como movimiento extremista, lo que significa que cualquier persona involucrada en él podría enfrentar penas de hasta 12 años de prisión. En marzo, dos trabajadores de un bar fueron las primeras personas acusadas bajo esta ley.

Por su parte, Ucrania, devastada por la guerra, celebró su primer Orgullo desde el inicio de la invasión rusa en 2022. Los manifestantes se reunieron en Kiev bajo el grito de ”gloria a los héroes”, pero la concentración fue rápidamente disuelta por la policía debido a amenazas de seguridad provenientes de grupos anti-LGBTQI+.

En Turquía al activismo se le hizo cuesta arriba: para desafiar las prohibiciones, debó organizar actos descentralizados, cambiar las rutas de las marchas y emplear tácticas creativas, tales como la de colgar pancartas en espacios públicos de gran visibilidad. En Estambul, donde pasadas ediciones del Orgullo atrajeron a hasta 100.000 personas, los gobernadores distritales prohibieron dos actos. A pesar de ello, cientos de personas se reunieron y lograron marchar por una ruta alternativa durante unos 10 minutos antes de ser alcanzadas y dispersadas por la policía, que detuvo a 11 personas, incluidas tres menores.

La ola regresiva también es fuerte en Georgia. En Tiflis, la capital, tras los violentos ataques de contramanifestantes de extrema derecha que obligaron a cancelar el evento de 2023, este año los organizadores decidieron suspender todos los actos físicos. Siguiendo el ejemplo de Rusia, el gobierno aprobó una ley que aumenta la injerencia estatal en los grupos de la sociedad civil que reciben financiamiento internacional y anunció una ley contra la “propaganda gay”. Hace ya varios años que el Orgullo de Tiflis es víctima de ataques y cancelaciones debido a la incapacidad de las autoridades para garantizar la seguridad. Esto comenzó en la primera marcha, el 17 de mayo de 2013, cuando los manifestantes fueron atacados por una turba que incluía a miembros del clero. Al año siguiente, la Iglesia Ortodoxa Georgiana declaró el 17 de mayo como Día de la Pureza Familiar, festividad que se observa oficialmente desde entonces.

Focos de Orgullo en Asia y Oceanía

En Asia, donde gran parte de la población vive bajo regímenes autoritarios y en espacios cívicos severamente restringidos, recientemente hubo algunas buenas noticias. En junio, el Parlamento tailandés aprobó la Ley de Igualdad Matrimonial, convirtiendo a Tailandia en el primer país del Sudeste Asiático y el tercero en toda Asia en reconocer igualdad de derechos a las parejas del mismo sexo, incluidos los derechos de herencia, adopción y atención de la salud Este avance se celebró con júbilo en el Desfile del Orgullo de Bangkok, que dio inicio al Mes del Orgullo 2024 el 1º de junio. En el evento participaron más de 200.000 personas, entre ellas el entonces primer ministro Srettha Thavisin. Fue la primera vez que un primer ministro tailandés participaba en la marcha.

El carnaval de Sídney, considerado la “mayor fiesta gay de Australia”, se celebró en la segunda quincena de febrero, mientras que el Orgullo de Taiwán – el mayor evento del Orgullo de Asia, que atrae a personas LGBTQI+ de varios países vecinos, como China, Indonesia, Malasia y Singapur – tendrá lugar a fines de octubre.

A fines de abril, Tokio celebró su Orgullo Arcoíris, un evento de tres días que conmemoró el 30º aniversario del Orgullo en Japón. Asistieron en total unas 270.000 personas, de las cuales 15.000 participaron en el desfile. Se trató de una cifra notable, dado que, por estar clasificado como marcha de protesta, el desfile debió cumplir estrictamente con las normas de tráfico y seguridad, lo que limitó el número de participantes. Durante estos días de gran visibilidad, las reivindicaciones se centraron en la igualdad matrimonial y el establecimiento de protecciones legales integrales contra la discriminación.

En junio, al menos 70.000 personas desfilaron por las calles de Quezon City, donde hace 30 años se celebró la primera marcha del Orgullo de Filipinas – y de toda Asia. Ante la gran cantidad de asistentes prevista, los organizadores dividieron el evento en dos marchas separadas que luego convergieron: la Marcha del Amor, en la que participaron funcionarios del gobierno de Quezon City y representantes del sector empresarial y de la diversidad en el entorno laboral, y la Marcha de la Lucha, que incluyó a grupos de derechos humanos y estudiantes. Varias otras marchas del Orgullo se llevaron a cabo en distintas partes del país. Los manifestantes volvieron a reclamar que Filipinas apruebe el proyecto de ley sobre igualdad de orientación sexual e identidad y expresión de género (SOGIE, por sus siglas en inglés), que lleva más de dos décadas estancado en el Congreso.

En Singapur, miles de personas se reunieron el 29 de junio para la 16ª edición del evento Pink Dot (“punto rosa”). Cientos de participantes enviaron mensajes personales al nuevo primer ministro expresando sus esperanzas y preocupaciones. El acto culminó con la iluminación de la palabra “igualdad”, un llamado a los líderes nacionales para que tomen medidas contra la discriminación que sufren los singapurenses LGBTQI+. Pink Dot SG, la organización detrás del evento, respaldó estas peticiones presentando estudios recientes que subrayan los desafíos que siguen enfrentando las personas LGBTQI+ aún después de la derogación, en 2022, de la legislación que criminalizaba la homosexualidad.

Un oasis del Orgullo en África

La homosexualidad aún es penalizada en 30 de los 54 países de África, y en muchos de ellos el sentimiento anti-LGBTQI+ está ganando fuerza. Ghana y Uganda adoptaron leyes draconianas no solamente contra las relaciones entre personas del mismo sexo, sino también contra el activismo por los derechos LGBTQI+. A pesar de las impugnaciones legales, Malawi confirmó recientemente la criminalización de los actos sexuales consentidos entre adultos del mismo sexo. Varios países más están considerando medidas restrictivas.

A menudo se argumenta que la homosexualidad es “antiafricana” y que se trata de una imposición occidental, cuando la realidad es exactamente al revés: lo que las excolonias británicas heredaron de la potencia colonial fueron las disposiciones criminalizadoras. Namibia es el único país que ha avanzado recientemente a contramano de la tendencia regional: en junio, su Corte Suprema declaró la inconstitucionalidad de la criminalización.

Previsiblemente, no hubo celebraciones públicas de las identidades LGBTQI+ en contextos donde visibilizarse y salir del armario puede desatar reacciones violentas.

En respuesta, InterPride – una coalición de grupos de defensa de los derechos LGBTQI+ liderada por el Reverendo Troy Perry, un hombre homosexual de 83 años cuya actividad en el movimiento estadounidense se remonta a los años anteriores a Stonewall – organizó el Orgullo de África, un evento híbrido que habría de celebrarse en junio en todo el continente y en todo el mundo.

El evento virtual incluyó una exposición de arte, un concierto y películas que narraban la historia del movimiento LGBTQI+ africano y los desafíos a que se enfrentan las personas LGBTQI+ en África. También se dispuso una galería virtual con una amplia gama de recursos. La mayoría de las actividades en África se llevaron a cabo en privado y en línea. En Tanzania se había anunciado una reunión presencial que había sido calificada de histórica, pero LGBT Voice Tanzania, el principal grupo LGBTQI+ del país, anunció la cancelación del evento una semana antes de su realización.

En Sudáfrica, donde las personas LGBTQI+ gozan de iguales derechos legales, la gente marchó masivamente. Fue la excepción más notable del continente, con grandes marchas del Orgullo en Ciudad del Cabo y Johannesburgo, así como en otras partes del país.

Medio Oriente, un desierto de Orgullo

En la mayor parte de Medio Oriente, las personas LGBTQI+ tienen escasos o nulos derechos. La mitad de los países de la región penalizan las relaciones sexuales entre hombres, imponiendo penas de prisión en seis de ellos y la posibilidad de la pena de muerte en al menos tres: Irán, Qatar y Arabia Saudita. En 2024, Irak experimentó un nuevo retroceso al aprobar un proyecto de ley que penaliza severamente las relaciones entre personas del mismo sexo y su “promoción”, así como la transición de género.

No es de extrañar que este año no haya habido mucha acción en las calles del Medio Oriente. Beirut, Líbano, acogió en 2017 su primer acto del Orgullo, que sigue siendo el único del mundo árabe, pero este año no mostró signos de movilización.

El mayor evento del Orgullo de la región se celebra en Tel Aviv, Israel, pero este año también fue cancelado con el argumento de que no era momento para celebraciones. Establecido hace un cuarto de siglo, este gran evento suele atraer hasta 250.000 personas.

Orgullo y esperanza

En todo el mundo, a pesar de las restricciones que enfrenta, el activismo LGBTQI+ considera a los eventos del Orgullo como espacios vitales de visibilidad. Ayudan a normalizar la presencia de las personas LGBTQI+ en espacios públicos y fomentan el diálogo y la aceptación. Brindan plataformas para desafiar las normas sociales, fortalecer la comunidad, celebrar la diversidad, expresar solidaridad y reivindicar la igualdad y derechos.

Cuando los eventos del Orgullo pueden realizarse sin restricciones y servir de punto de encuentro masivo, son un testimonio de cuánto ha avanzado la lucha por los derechos. Sin embargo, su importancia no es menor cuando se celebran discretamente en espacios semipúblicos, privados o en línea. El mero hecho de reunirse se convierte en una poderosa declaración de desafío y esperanza. Frente a la reacción antiderechos, estos eventos son más necesarios que nunca.

NUESTROS LLAMADOS A LA ACCIÓN

  • Los gobiernos deben eliminar todas las barreras a los eventos del Orgullo y garantizar la seguridad de los participantes.
  • El activismo LGBTQI+ de los países donde el espacio cívico es lo suficientemente abierto como para que puedan movilizarse deben expresar su solidaridad y prestar apoyo a quienes no pueden hacerlo.
  • La sociedad civil en general debe apoyar las luchas LGBTQI+ dentro del marco más amplio de los derechos humanos.

Para entrevistas o más información, póngase en contacto con research@civicus.org

Foto de portada de Anusak Laowilas/NurPhoto vía Getty Images