Acuerdo sobre Pandemias: un avance crucial con decisiones pendientes
En mayo, 124 Estados aprobaron el primer tratado mundial sobre pandemias durante la Asamblea Mundial de la Salud. Esta decisión histórica creó un marco de cooperación basado en las lecciones del COVID-19, pero aún deja importantes temas sin resolver. Las negociaciones sin duda se prolongarán durante años respecto a temas tales como el acceso a patógenos, donde los Estados ricos se han resistido a ceder terreno. Además, en un contexto de crisis de financiación multilateral, el tratado carece de mecanismos de aplicación y de compromisos vinculantes sobre equidad vacunal. La Organización Mundial de la Salud enfrenta graves restricciones y recortes presupuestarios tras la retirada de Estados Unidos. Sin voluntad política y recursos adecuados, el acuerdo corre el riesgo de quedarse en lo simbólico.
Cuando llegue la próxima pandemia, el mundo debería estar mejor preparado. Al menos, eso fue lo que los Estados prometieron el pasado 19 de mayo en la Asamblea Mundial de la Organización Mundial de la Salud (OMS) al adoptar el primer tratado mundial contra las pandemias. Este hito en la cooperación internacional en salud es el resultado de tres años de arduas negociaciones, moldeadas por las duras lecciones aprendidas de los devastadores efectos del COVID-19 en todo el mundo.
Sin embargo, esta victoria para el multilateralismo llega en un momento profundamente complicado. La OMS, organización responsable de implementar el acuerdo, enfrenta la peor crisis financiera de su historia tras la retirada de Estados Unidos, su principal donante. Mientras tanto, los desacuerdos entre Estados amenazan con socavar las aspiraciones del tratado. Algunas de las decisiones clave que permitirían encarar la próxima pandemia de manera más equitativa aún están por negociarse.
Un tratado nacido de los fracasos del COVID-19
El proceso de negociación del Acuerdo sobre Pandemias surgió como respuesta a la desarticulada reacción internacional frente a la pandemia de COVID-19. Mientras el virus cruzaba fronteras, los países del norte global acumularon vacunas para sus poblaciones y dejaron desprotegida a gran parte del mundo. Este enfoque, además de ser manifiestamente injusto, permitió que el virus siguiera mutando. El texto del tratado subraya la necesidad de que todos los Estados puedan prevenir, prepararse y responder adecuadamente ante pandemias, con el potencial de fortalecer la cooperación multilateral durante crisis sanitarias.
Con 124 votos a favor, 11 abstenciones y ninguno en contra, muchos diplomáticos presentaron la finalización del acuerdo como una victoria para la cooperación mundial. Ocurrió en un momento en que el multilateralismo está siendo puesto a prueba por gobiernos poderosos que desmantelan las normas internacionales, se retiran de organismos internacionales y recortan su financiación.
Ante este panorama, la ventana de oportunidad para alcanzar un acuerdo se estaba cerrando rápidamente. El apoyo a un tratado sobre pandemias fue mayor inmediatamente después de la emergencia del COVID-19 pero, con el paso de los años, las lecciones de esa pandemia comenzaron a olvidarse. Muchos optaron por pasar página y dejar atrás la pandemia, y los gobiernos redirigieron su atención hacia otros asuntos.
En algunos países, las campañas de desinformación provocaron la elección de gobiernos que se oponen a las vacunas. Así fue el caso de Eslovaquia, donde el gobierno nacionalista de Robert Fico suspendió recientemente la vacunación contra el COVID-19 basándose en un informe encargado por el Estado que incluía teorías conspirativas sobre las vacunas de ARNm. El gobierno cuestionó la legitimidad del tratado y se abstuvo en la votación final.
Una ausencia importante marcó las negociaciones finales. Tras asumir la presidencia en enero, Trump anunció que Estados Unidos se retiraría de la OMS y suspendería toda financiación.
La retirada de una superpotencia como Estados Unidos afecta la legitimidad de la OMS, una organización que ayudó a fundar y a la que siempre había apoyado financieramente. Además, envía un mensaje a otros gobiernos populistas de que la retirada es una opción viable. El secretario de Salud de Trump, Robert F. Kennedy Jr., un antivacunas de larga data, habló por videoconferencia durante la Asamblea Mundial de la Salud para instar a otros gobiernos a retirarse.
Puede que algunos sigan este ejemplo. Argentina, bajo el liderazgo de extrema derecha del presidente Javier Milei, anunció su retiro en febrero. Si bien los grupos de la sociedad civil argentina han hecho campaña contra esta decisión, el gobierno reafirmó su postura tras la visita de Kennedy a Argentina en mayo. Hungría también está considerando abandonar la OMS.
Crisis de financiación
La retirada de Estados Unidos dejará un enorme vacío financiero. Antes de la era Trump, Estados Unidos era el mayor contribuyente de la OMS: aportó 1.280 millones de dólares al presupuesto de 2022-2023, incluidos 218 millones de dólares en contribuciones señaladas, 1.020 millones de dólares en contribuciones voluntarias y 47 millones destinados a un fondo de contingencia para emergencias. En total, estas cifras representaban el 12% del presupuesto aprobado de la OMS y aproximadamente el 15% de su presupuesto real.
Al aprobarse el tratado, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, presentó un panorama preocupante de la situación financiera de la organización. El presupuesto de 2022-2023 reflejaba un déficit de 2.000 millones de dólares, y el déficit salarial actual supera los 500 millones de dólares. Además de la retirada de Estados Unidos, la dependencia histórica de la OMS del financiamiento voluntario de un reducido grupo de donantes la hace particularmente vulnerable en un momento en que la salud mundial ha perdido prioridad en la agenda política.
El presupuesto propuesto para 2026-2027 ya ha sido recortado en un 21%, incluso después de que los Estados acordaran en la Asamblea Mundial de la Salud aumentar sus contribuciones obligatorias en un 20%. Además, este presupuesto reducido probablemente solo obtenga alrededor del 60% de los recursos necesarios. Es muy probable que la OMS deba reducir su personal y cerrar oficinas en muchos países, lo que no hará más que restringir el alcance y el impacto de su trabajo.
Estos desafíos reflejan una falta de voluntad política: los Estados están optando por recortar la cooperación mundial mientras incrementan su gasto en defensa. El déficit actual de financiación de la OMS, de 2.100 millones de dólares, equivale al gasto militar global de apenas ocho horas.
Grandes problemas postergados
El deterioro de las realidades políticas hizo que fuera crucial alcanzar un acuerdo lo antes posible, incluso si esto implicaba posponer decisiones difíciles. Tras un proceso de negociación que costó más de 200 millones de dólares, el Acuerdo sobre Pandemias presenta graves debilidades. Su texto final contiene más retórica y lenguaje aspiracional que obligaciones concretas.
El tratado carece de financiación específica y de mecanismos sólidos de implementación, lo que significa que las flagrantes desigualdades que marcaron la respuesta mundial al COVID-19 probablemente sigan sin resolverse. Tampoco aborda los temas más críticos y controversiales, como el intercambio internacional de patógenos y el acceso a vacunas.
El tratado solo entrará en vigor después de la negociación de un anexo sobre un sistema de acceso a patógenos y reparto de beneficios, un proceso que podría prolongarse dos años más. Las negociaciones sobre cómo los Estados compartirán pruebas, vacunas, tratamientos y tecnologías asociadas apenas han comenzado. Una vez listo el anexo, el tratado se abrirá a la ratificación, y solo entrará en vigor cuando lo hayan ratificado al menos 60 Estados. Esto significa que la aplicación real está aún muy lejos.
El estancamiento actual refleja una división permanente entre los Estados del Sur global, que necesitan un mejor acceso a productos y tecnologías sanitarios asequibles, y los Estados del Norte global, que apoyan a las poderosas empresas farmacéuticas que buscan proteger sus activos, incluso cuando estos se desarrollaron utilizando datos del Sur global. Los gobiernos ricos toman sus decisiones con la tranquilidad de saber que serán prioritarios cuando llegue la próxima pandemia, mientras que las personas más pobres del mundo volverán a sufrir la peor parte de la devastación.
Necesidad de voluntad política
El Acuerdo sobre Pandemias es un paso adelante en un momento en que la cooperación internacional enfrenta ataques crecientes. Que 124 países hayan demostrado su compromiso con la acción multilateral frente a las amenazas sanitarias mundiales es motivo de esperanza. Pero aún queda mucho por hacer para que el tratado pueda dar una respuesta verdaderamente global y justa a la próxima crisis sanitaria.
Para lograrlo, los Estados más ricos del mundo deben dejar de lado los estrechos cálculos de interés propio y comprometerse a compartir sus privilegios con el resto del planeta. También es fundamental abordar la cuestión de la financiación a largo plazo. Por ahora, los líderes mundiales han coincidido en la necesidad de una preparación coordinada ante pandemias, pero la institución encargada de liderar estos esfuerzos no cuenta con los recursos necesarios para llevar sus objetivos a la práctica.
La próxima pandemia pondrá a prueba no solo nuestras capacidades científicas, sino también el compromiso colectivo con los valores globales compartidos que el tratado pretende representar. Se necesita voluntad política y financiación adecuada para convertir el lenguaje aspiracional en acciones significativas.
NUESTROS LLAMADOS A LA ACCIÓN
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Los Estados deben comprometerse a pagar sus contribuciones a la Organización Mundial de la Salud de manera puntual y completa, y dedicar más recursos a la salud mundial.
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Al negociar el anexo del Acuerdo sobre Pandemias relativo a un sistema de acceso a patógenos y reparto de beneficios, los Estados del Norte global deben respetar el principio de acceso equitativo a los recursos sanitarios para las personas del Sur global.
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La sociedad civil debe mantener la presión sobre los Estados para que firmen el Acuerdo sobre la Pandemia y negocien un sistema justo de acceso a patógenos y reparto de beneficios.
Para entrevistas o más información, póngase en contacto con research@civicus.org
Foto de portada de OMS/Christopher Black