Como resultado de la incidencia de la sociedad civil, está en proceso de redacción un acuerdo sobre prevención, preparación y respuesta ante pandemias. Con toda seguridad enfrentaremos nuevas crisis sanitarias en el futuro, y el mundo debe aprender las lecciones de la pandemia de COVID-19 para estar mejor preparado y actuar con mayor eficacia la próxima vez. Se necesita un tratado que incentive la cooperación internacional y evite la adopción del tipo de enfoques nacionalistas y verticalistas que han caracterizado la respuesta a la actual pandemia. El rol fundamental que ha tenido en la respuesta al COVID-19, a menudo haciendo el trabajo deberían haber hecho los gobiernos, convierte a la sociedad civil en socio imprescindible en la negociación y en la ulterior implementación de este tratado.

La sociedad civil insiste cada vez con mayor intensidad en la necesidad de un tratado sobre pandemias para garantizar que se incorporen las lecciones aprendidas durante la pandemia de COVID-19 y que no se repitan los errores cometidos.

Junto con la emergencia climática y una larga serie de crisis humanitarias, la pandemia de COVID-19 ha puesto de manifiesto las trágicas limitaciones del actual sistema internacional a la hora de abordar los grandes problemas globales. Cuando el virus cruzó las fronteras, escasearon las respuestas coordinadas. Cuando avanzó el desarrollo de las vacunas, quienes lideraban los avances priorizaron su autointerés concebido de forma estrecha y adoptaron políticas de nacionalismo de vacunas. Esto profundizó las desigualdades globales y perjudicó a los países del sur. También les salió el tiro por la culata a los Estados poderosos, ya que permitió que el virus perdurara y mutara, desatando nuevas oleadas de infecciones.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) fue en gran medida ignorada. La Organización Mundial de la Salud (OMS) fue objeto de críticas por parte de la sociedad civil, acusada de actuar con demasiada lentitud al principio de la pandemia y de manifestar deferencia hacia China en vez de exigirle transparencia y rendición de cuentas. La iniciativa COVAX, que lanzó en colaboración con otras organizaciones, no alcanzó sus objetivos iniciales de distribución de vacunas en los países del sur global, ya que los países donantes y los fabricantes de vacunas le dieron largas al asunto.

Proporción de la población que al 19 de mayo de 2022 había recibido por lo menos una dosis de vacuna contra el COVID-19

Número total de personas que recibieron al menos una dosis de vacuna, dividido por la población total del país.

 

La clave: estar preparados

Durante años la comunidad científica ha advertido que en nuestro mundo crecientemente hiperconectado era inevitable que ocurriera una pandemia. Pero se hicieron escasos esfuerzos de preparación para la eventualidad de una pandemia, incluso entre los países ricos, y hubo poca ayuda disponible para que los países del sur global pudieran prepararse. Como los gobiernos no estaban preparados, tampoco lo estaba la población, y cuando el virus se extendió rápidamente por todo el mundo a principios de 2020 se perdió un tiempo precioso. El precio de la falta de preparación fue muy alto y se perdieron muchas vidas humanas que podrían haberse salvado.

Los científicos y la sociedad civil que trabajan en el ámbito de la salud habían abogado por la preparación para una pandemia desde mucho antes de que se extendiera el COVID-19. Pero desde entonces han intensificado sus esfuerzos, centrando sus esfuerzos de incidencia en la demanda de un tratado que refuerce la prevención, la preparación y la respuesta ante pandemias. En la medida en que los efectos de la pandemia han afectado mucho más que la salud de las personas, ya que han incluido fuertes shocks económicos y la imposición por parte de los gobiernos de restricciones violatorias de los derechos humanos, un círculo más amplio de actores de sociedad civil se ha unido a este llamado.

En respuesta, la OMS acordó el pasado mes de diciembre poner en marcha un proceso para elaborar un tratado sobre pandemias. En la primera reunión, celebrada en marzo, se estableció un equipo encargado de preparar un primer borrador, previsto para agosto. El objetivo es tener un tratado listo para ser adoptado en 2024. Probablemente este tratado tome la forma de una convención marco, un formato que permite a los Estados acordar compromisos de alto nivel y negociar posteriormente los mecanismos y organismos para implementarlos.

Voces desde las primeras líneas

Barbara Stocking es presidenta del Panel para una Convención Mundial de Salud Pública, una coalición de incidencia que impulsa el desarrollo de un tratado efectivo para hacer frente a las pandemias.

 

La necesidad de una convención se hizo evidente para todo el mundo como resultado del COVID-19, pero no se trata solamente del COVID-19. Durante los últimos 20 años, todos los informes concluyeron que no estábamos preparados para hacer frente a una pandemia. El COVID-19 acaba de confirmarlo de la forma más espeluznante.

La preparación es la clave. Los gobiernos han intentado estar preparados, pero es evidente que no lo estaban. ¿Por qué? Para algunos países fue una cuestión de recursos, y en esos casos debemos asegurarnos de que obtengan los recursos necesarios para tener sistemas de vigilancia sanitaria. Sin embargo, muchos países con abundantes recursos y excelentes sistemas sanitarios tampoco estuvieron preparados. Una de las razones es que muy pocos países practican la preparación.

Los principios de equidad, transparencia y responsabilidad deben incorporarse al tratado. Tenemos que pensar en lo que hay que arreglar o corregir, porque son las cosas sobre las que tendremos que rendir cuentas.

La sociedad civil está pidiendo claramente más voz en las cuestiones sanitarias y en el desarrollo del tratado sobre pandemias, y creo que esto es realmente necesario.

Cuando se celebraron las audiencias, la sociedad civil participó activamente y el espectro de organizaciones de la sociedad civil (OSC) participantes se amplió para incluir a OSC de derechos humanos, no solamente a causa de las libertades afectadas bajo las cuarentenas, sino también porque los gobiernos estaban utilizando la pandemia como excusa para violar los derechos humanos. Como resultado, cada vez más OSC de derechos humanos querían tener incidencia en el tratado.

En cuanto a la participación en el propio proceso del tratado, la OMS tiene una categoría para la sociedad civil, que es la de “observadores oficiales”. Pero la sociedad civil debería tener mucha más influencia en el debate.

Un problema importante que he visto es la gestión centralizada de la pandemia. Tenemos que involucrar a las comunidades, y esto incluye a la sociedad civil. Cuando se gestiona una pandemia, hay que incorporar la participación de personas y organizaciones a nivel local. Esto no puede hacerlo solo el gobierno central.

Los Estados ya han acordado elaborar algún tipo de tratado o convención y ya están trabajando en ello. Pero la pregunta es si este será el tratado adecuado. Si todo va bien, tendremos un acuerdo para 2024, y luego habrá que esperar a que los países lo ratifiquen, o no.

Pero no debemos dejar pasar el impulso porque realmente debemos estar preparados. Veo que todo el mundo se relaja un poco ya que el COVID-19 parece estar relativamente controlado. Pero no debemos quedarnos dormidos. Es casi seguro que algo similar volverá a ocurrir en el futuro. Lo único que no sabemos es cuándo.

 

Este es un extracto editado de nuestra conversación con Barbara. Lea la entrevista completa aquí.

Un rol central para la sociedad civil

La pandemia de COVID-19 ha dejado muy claras las limitaciones de los enfoques verticalistas, que incluso cuando tienen cierto éxito en mantener el virus a raya suelen tener costos enormes en materia de derechos humanos. Allí donde los gobiernos no respondieron adecuadamente, o actuaron sin consultar a las comunidades ni tener en cuenta sus necesidades, los esfuerzos de la sociedad civil en todos los frentes, desde la prestación de servicios hasta la defensa de los derechos humanos, marcaron una inmensa diferencia en la forma en que la gente experimentó la pandemia.

En consecuencia, un eventual tratado debe conectar lo global con lo local, reconociendo el valor de la sociedad civil y dándole cabida. La historia demuestra que la mejor manera de garantizar un rol adecuado para la sociedad civil en la implementación de los tratados es involucrarla ampliamente desde el proceso mismo de su elaboración, garantizando la participación de actores de sociedad civil lo más diversos posible.

La sociedad civil está pidiendo claramente más voz en las cuestiones sanitarias y en el desarrollo del tratado sobre pandemias, y creo que esto es realmente necesario.

BARBARA STOCKING

La experiencia de la sociedad civil también advierte que la adopción de un tratado no es una solución mágica. Un tratado mundial es apenas el comienzo, porque luego hay que implementarlo y hacerlo cumplir, y la sociedad civil debe desempeñar un rol clave en el control de su cumplimiento por parte de los Estados y en la exigencia de rendición de cuentas. Las voces del sur global deben ser especialmente escuchadas: los fracasos frente a la pandemia de COVID-19 se debieron en gran medida a que los Estados del norte global no actuaron en función del interés global. Esto tiene que cambiar. Los Estados del norte global deben comprometerse seriamente a financiar la preparación y la respuesta del sur global; sin embargo, si la inadecuación de la respuesta en relación con la financiación de la adaptación y la mitigación del cambio climático es un indicio en ese sentido, es de esperar que esta sea una cuestión espinosa.

Una propuesta práctica de la sociedad civil consiste en desarrollar un mecanismo para evaluar la preparación, mediante el fortalecimiento y la ampliación de los sistemas de revisión por pares existentes, en los cuales la preparación de cada Estado es evaluada periódicamente por otros Estados, junto con el establecimiento de un organismo independiente para llevar a cabo revisiones externas.

Cabe imaginar el funcionamiento de este sistema en forma similar al proceso del Examen Periódico Universal del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, donde se evalúa el desempeño en materia de derechos humanos y se hacen recomendaciones para mejorarlo. El proceso del Examen Periódico Universal da cabida a los aportes de la sociedad civil, y uno de los ejes para la incidencia de la sociedad civil podría ser la inclusión de una disposición similar para la participación de la sociedad civil en las revisiones de la preparación frente a pandemias, lo cual le permitiría plantear cuestiones de derechos humanos.

Aunque queda mucho por debatir y negociar, el proceso del tratado sobre pandemias ofrece algunas esperanzas de que el mundo pueda afrontar la próxima pandemia mejor equipado para salvar vidas y defender derechos. La sociedad civil seguirá trabajando para intentar conseguir un tratado a la altura de las circunstancias.

NUESTROS LLAMADOS A LA ACCIÓN

  • El tratado sobre pandemias debe adoptar una perspectiva de derechos humanos e incluir disposiciones que defiendan y profundicen los derechos.
  • La OMS debería garantizar una participación amplia y sustantiva de la sociedad civil, especialmente del sur global, en el proceso de elaboración del tratado.
  • Los grupos de sociedad civil deben colaborar para participar e incidir sobre la elaboración del tratado.

Foto de portada de REUTERS/Monicah Mwangi vía Gallo Images