Francia: amenaza de extrema derecha contenida, al menos por ahora
Fue en Francia donde las repercusiones de las recientes elecciones al Parlamento Europeo fueron más dramáticas. Confrontado con el primer puesto obtenido por la extrema derecha, el presidente Emmanuel Macron disolvió la Asamblea nacional y convocó a elecciones legislativas anticipadas. Los partidos de izquierda y la sociedad civil se unieron entonces para ofrecer una alternativa a la extrema derecha. La estrategia funcionó: la extrema derecha quedó muy por debajo de su objetivo. No será fácil formar un gobierno, pero al menos la extrema derecha quedó temporariamente fuera de la ecuación. Sin embargo, su porcentaje de votos ha seguido aumentando. Francia ofrece una advertencia a la sociedad civil europea, que deberá aprender de esta experiencia si pretende despejar la amenaza de la extrema derecha.
El mundo entero está mirando a Francia mientras allí se desarrollan los Juegos Olímpicos de 2024. Por el momento, los titulares los acapara el deporte más que la política. Pero una vez que los Juegos terminen, habrá importantes decisiones políticas que tomar.
Por primera vez desde el inicio de la Quinta República francesa en los años 50, las recientes elecciones legislativas no han producido una mayoría. Esto ha llevado a negociaciones prolongadas y de final abierto para formar un gobierno.
El primer ministro Gabriel Attal, en el cargo apenas desde enero, presentó su dimisión tan pronto como se conocieron los resultados de la segunda vuelta del 7 de julio, pero el presidente Emmanuel Macron decidió mantenerlo a la cabeza de un gobierno provisional centrista hasta que se pueda formar un nuevo gobierno. Más de dos semanas después, el bloque de izquierda del Nuevo Frente Popular (NFP), que tiene una pluralidad de escaños pero está lejos de la mayoría absoluta, anunció finalmente una candidatura de consenso para el cargo de primer ministro. Macron, sin embargo, dijo que esperaría hasta el final de los Juegos Olímpicos para evitar cualquier “desorden”.
Todo empezó el 9 de junio, cuando Francia llevó a cabo sus elecciones para el Parlamento Europeo. El primer puesto fue para Agrupación Nacional (RN), el partido de extrema derecha de Marine Le Pen, liderado por el joven Jordan Bordella. RN obtuvo superó el 31% de los votos, ocho puntos más que en las elecciones europeas de 2019. Se adjudicó 30 de los 81 escaños franceses en el Parlamento Europeo, frente a los 23 que tenía anteriormente.
El partido de Macron sufrió una caída casi equivalente, y con su 14,6% consiguió apenas 13 escaños. El mismo número de escaños fue asignado al Partido Socialista (PS), mientras que La France Insoumise (LFI), el partido a su izquierda, obtuvo nueve escaños adicionales. Es decir, el descontento con Macron no solamente benefició a la extrema derecha; la izquierda también avanzó en proporciones similares.
En reacción a estos resultados, Macron tomó una decisión sorprendente para intentar retomar el control: disolvió la Asamblea Nacional, el parlamento francés, para convocar a elecciones anticipadas. Esta arriesgada maniobra no le dio el resultado esperado, pero quizás haya dado un respiro a la democracia francesa. Aunque la extrema derecha no perdió apoyo, quienes pretendían frenar su ascenso se unieron y, al menos por el momento, han bloqueado su acceso al poder.
Movilización de la sociedad civil
Desde el anuncio de las elecciones anticipadas, un amplio abanico de partidos de izquierda y centroizquierda dejó rápidamente de lado sus significativas diferencias para formar el Nuevo Frente Popular (NFP). Lanzado el 10 de junio, el nombre del grupo evoca la alianza antifascista del Frente Popular de los años 30. Incluye a LFI, al PS, a los Ecologistas y al Partido Comunista Francés (PCF). Apoyado por sindicatos y numerosas organizaciones de la sociedad civil, hizo campaña con un programa progresista que aboga por la anulación de la polémica reforma de 2023 que bajó la edad de jubilación, el aumento de salarios y beneficios sociales, el incremento del salario mínimo, el congelamiento de los precios de bienes de primera necesidad y servicios públicos, y el aumento del impuesto de las grandes fortunas.
Pero en un contexto en que la brecha entre los votantes y la élite política se agranda, correspondió a la sociedad civil canalizar la ira, el miedo y la esperanza hacia una fuerza política capaz de contrarrestar el ascenso de la extrema derecha. Estos esfuerzos se tradujeron en una participación electoral de casi 67% tanto en la primera como en la segunda vuelta de las elecciones legislativas, aproximadamente 20 puntos porcentuales por encima de 2012 y 2017.
La sociedad civil trabajó sin descanso para alentar a la ciudadanía a votar. Tras la primera vuelta, se movilizó masivamente para llamar la atención sobre el peligro de la extrema derecha. Y tras la segunda vuelta, salió a la calle para celebrar.
Tras la votación del 30 de junio, una proporción excepcionalmente alta de los 577 escaños de la Asamblea Nacional quedó sin asignar, ya que en muchas circunscripciones ningún candidato obtuvo la mayoría de los votos, lo que dio lugar a una segunda vuelta. En la votación general, RN y sus aliados ocuparon el primer lugar, con 33% de los votos, recibiendo 38 de los 76 escaños asignados en la primera vuelta tras obtener más de la mitad de los votos en esas circunscripciones. Les siguieron el NFP, con 28%, y el partido de Macron, Ensemble, con 21%. Excepcionalmente, más de 300 circunscripciones tuvieron elecciones con tres competidores el 7 de julio, mientras que en más de un centenar de distritos los candidatos del NFP o de Ensemble se retiraron de la competencia para reducir las posibilidades de victoria de la extrema derecha.
El surgimiento del NFP desafió el dominio de la extrema derecha, pero también complicó la estrategia de Macron. En 2017 y 2022, con la izquierda dividida, a Macron le había resultado fácil ganar atrayendo el voto anti-Le Pen. Esta vez no fue así.
¿Peligro conjurado?
Al final, RN y sus aliados sólo obtuvieron 142 escaños, mientras que el NFP consiguió 180, y Ensemble 159. Ningún partido logró la mayoría, por lo que no está claro quién será el primer ministro ni cuánto tiempo permanecerá en el cargo, dada la falta de experiencia de Francia con los gobiernos de coalición. Lo único seguro es que no provendrá de la extrema derecha.
Mutaciones políticas
Desde que Charles de Gaulle introdujo el sistema semipresidencial en 1958, la Asamblea Nacional ha estado dominada por el partido del presidente. La derecha gaullista fue la primera fuerza durante las dos primeras décadas, y el PS y el PCF sus principales oponentes. En 1981, el PS ganó la presidencia por primera vez, pero la derecha ganó las elecciones legislativas siguientes, lo que llevó a una experiencia inédita de “cohabitación” entre un presidente y un primer ministro de colores políticos diferentes. Hasta ahora, ha habido tres experiencias de este tipo: dos con un presidente socialista y una con un presidente de derecha.
En los últimos años, la alternancia entre el socialismo y la derecha tradicional se ha agotado, ya que en 2017 Macron cambió el juego. Han surgido tres grandes bloques: la centroderecha liberal de Macron, la extrema derecha de Le Pen y, más recientemente, el bloque populista de izquierda liderado por LFI, ahora parte del NFP.
Durante las experiencias previas de cohabitación, los primeros ministros contaban con el apoyo de una mayoría parlamentaria. Sin embargo, Attal dirigió un gobierno minoritario, obligado a formar mayorías temporarias en torno a cuestionas específicas o a depender de que Macron aprobara sus iniciativas por decreto, como lo permite el artículo 49.3 de la Constitución, lo que pudo haber contribuido a la creciente impopularidad de su gobierno. El NFP ha excluido la posibilidad de gobernar con el partido de Macron, y ambos partidos han declarado que no trabajarán con la extrema derecha. Francia entra, por lo tanto, en terreno desconocido. No debe descartarse la posibilidad de un gobierno tecnocrático.
Aunque no obtuvo la mayoría de los escaños y no formará parte del próximo gobierno, RN volvió a obtener el primer lugar en la segunda vuelta de las elecciones legislativas, aumentando su porcentaje de votos al 37%. Su presencia en el parlamento pasó de seis diputados en 2017 a 89 en 2022 y ahora a 143. La única razón por la cual su desempeño de 2024 pareció una derrota es que no alcanzó sus elevadísimas expectativas, alimentadas por sondeos que lo colocaban cerca de la mayoría absoluta de 289 diputados. Cuando se conocieron los resultados, los dirigentes de RN denunciaron lo que calificaron como un “robo” perpetrado por una “alianza deshonrosa” y proclamaron desafiantes que su victoria apenas se había pospuesto para las elecciones presidenciales previstas para 2027.
Voces desde las primeras líneas
Paymon Azmoudeh es un analista de riesgos políticos y geopolíticos basado en Francia.
La democracia estaba y sigue estando en juego. Si la extrema derecha llegara a gobernar algún día en Francia, esto podrá tener un efecto profundo y potencialmente perjudicial sobre la democracia. El programa central del RN se basa en una idea de “preferencia nacional” que va en contra de los ideales igualitarios, sin distinción de raza ni color de la República Francesa. Sus actitudes y su discurso sugieren que gobernaría de forma antiliberal, similar al actual gobierno de Hungría y, hasta hace poco, el de Polonia.
La sociedad civil francesa desempeñó un papel crucial en el frente republicano, que una vez más mantuvo a la extrema derecha fuera del poder. Sindicatos, grupos ciudadanos y organizaciones comunitarias se movilizaron eficazmente para apoyar, en particular, a la coalición de izquierda. La rápida unificación de partidos políticos normalmente dispersos en una coalición electoral eficaz facilitó esta movilización.
Sin embargo, la influencia de los sindicatos a largo plazo se ha debilitado, y la sociedad francesa, como en muchas otras sociedades, se está atomizando. Afortunadamente, los jóvenes franceses siguen siendo políticamente activos y comprometidos, y están dispuestos a manifestarse y organizarse para defender sus convicciones. Esta energía es una buena señal para el futuro de la sociedad civil francesa, aunque es innegable que la extrema derecha y sus ideas están ganando terreno entre la generación más joven de votantes franceses.
Una evolución interesante es que la coalición de izquierda ha declarado que podría confiar la dirección a un no político, como un líder sindical o una figura de la sociedad civil. No parece que los miembros de la coalición estén cerca de llegar a un acuerdo sobre un candidato, pero si siguieran adelante con esta idea, supondría un cambio hacia una mayor inclusión de la sociedad civil en la gobernanza.
En general, la sociedad civil, aquí como en todas partes, debe seguir vigilante y activa en la defensa de las normas democráticas y de los ideales sobre los cuales se construye la democracia francesa.
Este es un extracto editado de nuestra conversación con Paymon. Lea la entrevista completa (en inglés) aquí.
Europa: panorama heterogéneo con giro hacia la derecha
El resultado de Francia fue el más conmocionante de los 27 países que celebraron elecciones europeas, pero no el único. En Alemania, el partid de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) logró el mejor resultado de su historia, asegurándose el segundo lugar, lo que le augura buenos resultados en las elecciones federales del próximo año. Juntos, Francia y Alemania suman una cuarta parte de los parlamentarios europeos, y en ambos países la extrema derecha logró avances significativos, mientras que los Verdes perdieron terreno.
En Austria, donde se prevén elecciones nacionales en septiembre, el Partido de la Libertad (FPÖ), un partido de derecha, se situó a la cabeza. Hermanos de Italia, el partido de extrema derecha liderado por la primera ministra italiana Giorgia Meloni, más que duplicó sus escaños.
En cambio, los partidos de extrema derecha vieron caer su porcentaje de voto en Dinamarca, Finlandia y Suecia, donde los partidos de izquierda y verdes obtuvieron mejores resultados. En Polonia, el gobierno de coalición de centroizquierda resistió la presión del partido derechista Ley y Justicia, que hasta hace poco era el partido gobernante. Por su parte, para el autoritario Primer Ministro húngaro Viktor Orbán, los resultados representaron un raro revés: aunque su partido, Fidesz, obtuvo el 44% de los votos, fue su peor resultado en casi dos décadas.
En lugar de reflejar preferencias sobre políticas a nivel de la Unión Europea (UE), las elecciones europeas ante todo ofrecen a los votantes la oportunidad de enviar un mensaje a sus gobiernos sobre cuestiones nacionales, y abundan las expresiones de protesta. Sin embargo, los resultados no solamente muestran la consolidación creciente de la extrema derecha en algunos de los países más poderosos de Europa, sino que también tienen implicaciones regionales.
En el Parlamento Europeo en su conjunto, ha habido un giro hacia la derecha. Los dos grupos de extrema derecha, los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) e Identidad y Democracia (ID), han logrado los mayores avances. Si unieran sus fuerzas, podrían convertirse en el segundo grupo parlamentario más grande. Pero enfrentan obstáculos para la unidad, ya que sus miembros difieren en cuestiones clave. Por ejemplo, Hermanos de Italia, miembro de ECR, es pro-Europa, mientras que RN, miembro de ID, es euroescéptico. Juntos, no obstante, podrían inclinar la política de la UE hacia la derecha, especialmente en cuestiones como el clima y la inmigración.
Pero la suya no fue una victoria aplastante, y el centro político se mantuvo. Las mayores pérdidas las sufrieron el grupo liberal Renew Europe, que incluye al partido de Macron, y el grupo de Los Verdes/Alianza Libre Europea. En cambio, el Partido Popular Europeo (PPE), conservador y de centroderecha, cuyos miembros incluyen a republicanos franceses y democristianos alemanes, mejoró sus resultados anteriores y conservó su mayoría, mientras que la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas siguió siendo el segundo grupo más grande. El 18 de julio, el nuevo parlamento aprobó un segundo mandato para la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, integrante de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania.
Voces desde las primeras líneas
Philipp Jäger es investigador en Políticas Públicas en el Centro Jacques Delors, un centro de pensamiento independiente y apartidario centrado en los procesos y resultados de la política europea.
El futuro de la UE tal y como la conocemos no puede darse por descontado. Aunque el giro general del Parlamento Europeo hacia la derecha sugiere un panorama político cambiante, es probable que la centroderecha conserve el control de la mayor parte de la legislación. Sin embargo, también es posible que veamos mayor cooperación entre la centroderecha y la extrema derecha en cuestiones tales como la inmigración.
La situación es algo diferente en el Consejo Europeo, donde las decisiones requieren unanimidad o mayoría cualificada. Aunque las elecciones no han cambiado su composición, han debilitado a los gobiernos de Francia y Alemania y fortalecido a Italia. Esto es relevante porque pequeños grupos de gobiernos, o gobiernos individuales, pueden bloquear la legislación o utilizar sus votos para obtener concesiones. Los Estados euroescépticos o las fuerzas destructivas, como el gobierno de Hungría, han utilizado a menudo su derecho de veto.
El ascenso de gobiernos euroescépticos de derecha en países clave de la UE como Italia, Eslovaquia, Países Bajos y quizás Austria, que celebrará elecciones próximamente, podría alimentar aún más el sentimiento antieuropeo. Si el número de gobiernos de extrema derecha y antieuropeos aumenta, ganarán rápidamente más influencia en el Consejo. Aunque este escenario puedo no llevar a la disolución de la UE, podría hacer que el consenso y la acción común sean cada vez más difíciles.
Este es un extracto editado de nuestra conversación con Philipp. Lea la entrevista completa (en inglés) aquí.
El peligro aún acecha
Pero eso no significa que nada haya cambiado. La certeza de Le Pen de que RN acabará triunfando y el hecho de que más de un tercio de los votantes franceses la hayan apoyado deberían servir de advertencia, no solamente para Francia, sino también para toda Europa.
Elección tras elección, incluidas las del Parlamento Europeo, un número significativo de votantes europeos expresa descontento con las opciones propuestas. Ven a los políticos como una clase política autocentrada y alejada de sus preocupaciones cotidianas. En la medida en que es absorbida por la preocupación por el aumento del costo de vida, la estabilidad de sus medios subsistencia y la incertidumbre respecto del futuro, la gente puede verse atraída por las promesas de la extrema derecha, que ofrece soluciones falsamente sencillas a problemas muy complejos.
Sin embargo, aunque es probable que la extrema derecha siga avanzando, su victoria no está predestinada. La experiencia francesa muestra que hay estrategias que pueden funcionar para mantenerla fuera del poder. Al mismo tiempo, esto habilita las narrativas de la extrema derecha que sostienen que las maniobras del establishment están impidiendo que se materialice la voluntad del pueblo, un argumento que algunos votantes podrían encontrar persuasivo.
Lo cierto es que ninguna maniobra política pudo impedir que la extrema derecha llegara al poder en Italia. De ahí que los políticos que se oponen a la extrema derecha necesiten tanto ganar la batalla de narrativas como proponer políticas que respondan a las necesidades materiales de la ciudadanía. En ambos frentes, el trabajo con la sociedad civil debería ser un componente fundamental de la respuesta.
NUESTROS LLAMADOS A LA ACCIÓN
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Los partidos políticos convencionales deben negarse a adoptar el discurso y las políticas de la extrema derecha.
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Los partidos políticos progresistas deben tomarse en serio las preocupaciones de la opinión pública que aprovechan los partidos de extrema derecha y proponer alternativas progresistas e inclusivas para abordarlas.
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La sociedad civil debe trabajar colectivamente para contribuir a moldear el discurso público y evitar la normalización de la extrema derecha.
Para entrevistas o más información, póngase en contacto con research@civicus.org
Foto de portada de Jerome Gilles/NurPhoto vía Getty Images