“La exclusión de las mujeres limita las opciones y el talento disponible para conducir la OEA”
CIVICUS conversa acerca de la elección del próximo secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) con Viviana Krsticevic, directora ejecutiva del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), una organización de la sociedad civil que busca contribuir al pleno goce de los derechos humanos en las Américas a través del uso de las herramientas del sistema interamericano y otros mecanismos internacionales.
El 10 de marzo los Estados miembros de la OEA eligen al nuevo secretario general de la organización. Salvo sorpresas de último momento, el cargo ya tiene nombre y apellido: Albert Ramdin, ministro de Relaciones Exteriores de Surinam. Su único competidor se excluyó de la contienda al quedar en evidencia que no le alcanzarían los votos. Desde su fundación en 1948, la OEA no ha tenido nunca una secretaria general, y pese a los llamados de la sociedad civil, tampoco en esta oportunidad los Estados propusieron mujeres para el cargo. Sin embargo, aún existe la posibilidad de que una mujer sea designada, por primera vez, secretaria adjunta.
¿Por qué es importante la OEA?
La OEA es una organización multilateral regional que opera en las Américas, impulsando acuerdos entre los Estados para encontrar soluciones a los desafíos comunes. Su trabajo se basa en cuatro pilares: democracia, derechos humanos, seguridad y desarrollo sostenible.
Su mayor contribución ha sido el desarrollo de misiones electorales, contribuyendo a la consolidación de la democracia en una región que históricamente ha tenido desafíos en esta área. También juega un rol importante en la respuesta a violaciones de derechos humanos, crímenes contra la humanidad y situaciones de desigualdad, así como en el establecimiento de marcos normativos que han permitido enfrentar problemáticas como la violencia contra las mujeres. En las últimas décadas, también ha promovido el desarrollo sostenible y la búsqueda de soluciones a los desafíos generados por la emergencia climática.
¿Cuál es el rol del secretario general y quiénes son los candidatos en esta elección?
Históricamente, el secretario general ha sido una figura clave en la búsqueda de consensos y ha dejado su impronta en el trabajo de la OEA a través de su liderazgo intelectual y político.
Para esta elección los Estados presentaron dos candidatos para reemplazar al uruguayo Luis Almagro, quien lideró la organización desde 2015: Albert Ramdin, de Surinam, y Rubén Ramírez Lezcano, de Paraguay. Una vez más, solo postularon a hombres. Si bien Ramírez Lezcano en principio parecía un candidato muy competitivo, recientemente se retiró de la contienda, por lo que Ramdin es ahora el único candidato.
Ramdin se ha comprometido a generar acuerdos en torno a los cuatro pilares de la organización. Por sus vínculos con el Caribe, hay expectativas de que impulse el desarrollo de esa subregión y refuerce su capacidad de respuesta ante desastres naturales provocados por la emergencia climática. También ha resaltado la importancia de combatir la erosión democrática mediante sistemas de alerta temprana y un diálogo efectivo. Y se ha comprometido a respaldar al sistema interamericano de derechos humanos.
Desde que se presentaron las candidaturas circularon rumores sobre supuestos alineamientos de uno y otro candidato con China o con Estados Unidos. Sin embargo, se trató de rumores. Ha habido un consenso mayoritario a favor de Ramdin, incluso en los Estados Unidos, lo cual fue determinante para la retirada de Ramírez Lezcano.
¿Por qué no ha habido candidatas mujeres?
Hasta ahora, a 77 años de su fundación, los altos cargos de la OEA – al igual que los de las Naciones Unidas – han sido ocupados por hombres, pese a que en la región sobran mujeres con las competencias y la experiencia política, parlamentaria, judicial y académica necesarias. No hay candidatas mujeres porque los Estados no las proponen. Esto evidencia un enorme déficit de democracia e igualdad.
En su Asamblea General del año pasado, la OEA adoptó una resolución instando a los Estados a proponer candidatas tanto para la Secretaría General como para la Secretaría Adjunta, resaltando que estos cargos han sido siempre monopolizados por hombres – y, además, por hombres blancos, ya que nunca han sido ocupados por una persona afrodescendiente o indígena – pese a que las mujeres son la mitad de la población de las Américas.
Ello indica que, aunque la situación no haya cambiado, existe en los espacios internacionales un mayor consenso sobre la necesidad de romper los techos de cristal que limitan la plena participación de las mujeres en espacios de toma de decisiones.
En esta oportunidad, otra vez un hombre ocupará el puesto de secretario general. Pero esperamos que los Estados cumplan la resolución que ellos mismos adoptaron y que tengamos por primera vez en la historia una secretaria adjunta mujer.
¿Cómo se ha posicionado la sociedad civil?
Desde hace diez años, un grupo de mujeres y hombres comprometidos con la igualdad y la paridad hemos impulsado una campaña llamada GQUAL, que ha reunido un importante acervo de información sobre la ausencia de mujeres en puestos de toma de decisión internacionales, incluidos órganos de protección y tribunales.
GQUAL ha promovido el debate sobre el derecho a la igualdad y la no discriminación en la participación internacional en diplomacia y justicia. En ese marco, la jurista Claudia Martín desarrolló una doctrina acerca de la obligación de garantizar la igualdad en espacios de toma de decisión internacionales. Por su parte, la Recomendación General 40 del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer de las Naciones Unidas desarrolló estándares sobre la participación igualitaria e inclusiva de las mujeres.
Un aspecto importante de nuestra campaña consiste en brindar a los tomadores de decisión información adecuada para promover la candidatura de mujeres e impulsar mecanismos de votación que aseguren su participación plena e igualitaria.
Recientemente publicamos una carta, firmada por más de 400 personalidades públicas de la región, que reclama no solo la designación de una Secretaria General mujer para liderar la OEA, sino también la conformación de un binomio paritario. Este reclamo ha dinamizado el debate y resaltado la importancia de ampliar el pool de talentos en la dirección de la OEA. El trabajo en áreas como democracia, derechos humanos, desarrollo, medio ambiente y seguridad requiere miradas plurales y experiencias diversas. La exclusión de las mujeres limita las opciones y el talento disponible para conducir la OEA.
¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentará el próximo secretario general?
El nuevo secretario general tendrá grandes desafíos, pero también oportunidades.
Muchos de los problemas de la región son de carácter regional y precisan de una respuesta política regional. Entre las tareas fundamentales que el nuevo secretario general deberá abordar se encuentran la erosión democrática, las garantías de derechos humanos y las respuestas efectivas a la violencia en sus diversas expresiones, desde el crimen organizado trasnacional a la violencia de género y su manifestación más extrema, el femicidio. A estos retos se suman la enorme desigualdad y la pobreza extrema que asola a partes del continente, las consecuencias de la emergencia climática y sus proyecciones con impactos desiguales, y la migración forzada vinculada con todos esos fenómenos.
Ahora bien, quien asuma la Secretaría General debe trabajar con los Estados, la sociedad civil, la academia, el sector privado y las instituciones hermanas para determinar cómo va a abordar cada uno de estos desafíos.
En el tema de derechos humanos es clave que se comprometa con la autonomía y el fortalecimiento de los órganos de protección de derechos humanos, y específicamente de la Comisión y la Corte. Este compromiso debe abarcar tanto el respeto de su independencia como un respaldo financiero adecuado a través del presupuesto general de la OEA. Esos espacios independientes, a veces incómodos, son fundamentales para preservar las democracias y los derechos, así como para acelerar las respuestas a la emergencia climática de manera justa, igualitaria y sostenible.
Asimismo, el nuevo secretario y su adjunta pueden dar pasos decididos para garantizar el compromiso con la igualdad y la paridad de género internamente, garantizando que todos los niveles de la organización adopten políticas inclusivas y equitativas. En esta tarea, contarán con el valioso apoyo de la Comisión Interamericana de Mujeres.
La capacidad de respuesta de la OEA dependerá no solamente de la voluntad política de quienes la encabecen sino también de su capacidad para sortear los desafíos financieros. La organización depende de un presupuesto limitado y de aportes específicos, en parte provenientes de Estados Unidos y de la cooperación extrarregional. En un contexto en que los países están recortando sus aportes, la OEA se verá obligada a optimizar y usar estratégicamente sus recursos para dar respuesta a los desafíos de la región. La organización tiene un papel clave que cumplir que se beneficiaría de repensar las estrategias y ampliar las alianzas para aportar positivamente a la resolución de los desafíos de nuestra época.